Sí, puede que tal vez me haya cansado.
Quizá me haya cansado de desilusiones, quizás de soñar despierta o de
mirar el móvil cinco veces cada vez que me despierto en mitad de la
noche. Y quizás también me haya cansado de esconder mis sentimientos, de
fingir que todo da igual, de hacer como que no te he visto cuando al
mismo tiempo me vuelan mil mariposas en el estómago. Y también de ver
películas de amor con final feliz, y de preguntarme por qué yo aún no he
tenido ningún final así. Cansada de dar pasos equivocados, de odiarme a
mí misma por no ser capaz de odiarte a tí, cansada de tumbarme en la
cama en plena tarde de domingo mientras ahí fuera pasa la vida como si
nada. Cansada de tantas cosas que ya no recuerdo. Por qué cogí ese
camino, porqué me ilusioné tantas veces como una cría, por qué no fui
capaz de decirte aquel día que me pasaría la vida sentada a tu lado sólo
para oírte respirar.
Y ahora que todo ha pasado, todavía me pregunto por qué después de este
tiempo no he sido capaz de cansarme de ti, por qué no he sido capaz de
olvidar el peso de tus manos sobre las mías.